NUESTRO FUNDADOR
Fue el segundo hijo del hogar formado por el abogado Julio Abarca Cabrera y su esposa Olga Villegas de Abarca; inicio sus estudios en el emblemático colegio Vicente Rocafuerte, donde empezó a identificarse con el servicio y la lucha de los derechos de las mayorías.
Graduado del colegio, inicio sus estudios en la Universidad de Guayaquil, que fue su alma máter. Decidió convertirse en un ingeniero agrónomo en la facultad de dicha universidad, justo en el tiempo en que el Ecuador vivía su primer boom petrolero; quizás hubiera sido más fácil especializarse en una rama de ciencias técnicas o económicas, pero desde temprano empezó a manifestar su amor y pasión por la tierra y sus frutos.
Terminados sus estudios viajó a realizar un postgrado a Brasil, en una rica región agrícola cerca de Sao Paolo; en Piracicaba en la universidad Luis de Queiroz. Su especialización fue muy particular y poco común: “especialista en suelos y nutrición de plantas” Esa especialización marcaría su pasión por la nutrición de nuestros suelos y la correcta fertilización por el resto de sus días.
Al mismo tiempo nacía en él, su otra pasión que mantendría y cuidaría siempre: su familia. Se casó con Judith Jalón y procrearon 4 hijos: Vicente, Milena, Andrés, y Fernando. Su familia y compañeros de trabajo fueron fieles testigos, pues por su carrera tuvieron que vivir en muchos lugares, siempre cercanos a la tierra donde trabajaba; haciendas en la costa, la capital e incluso la sierra central fueron lugares que formaron parte de su camino.
Su carrera profesional fue igual de dinámica; sirvió desde el sector público en el ministerio de agricultura más de una vez siendo los más relevantes la dirección en proyecto conjunto entre el Ecuador y la FAO en Quito en la década del ochenta y años después en el dos mil nueve, regresó como director del SIGAGRO (Servicio de Información Geográfica Agropecuaria). Pero su verdadera vocación siempre la ejerció desde el sector privado donde se convirtió en un referente en cuanto a suelos, fertilización y nutrición. Podríamos contar empresas como Fertisa (Fertilizantes Ecuatorianos) Reybanpac, Mitsui del Ecuador, Camposa y muchas otras haciendas y plantaciones donde aportó con sus conocimientos y experiencia profesional.
No podríamos excluir su paso por la cátedra en su alma máter, la Universidad de Guayaquil y también en su tan querida UTA, Universidad Técnica de Ambato donde compartió sus conocimientos y experiencia en nutrición de suelos a muchos alumnos que hoy forman parte de la clase profesional.
Ya en su etapa de madurez cumplió dos de sus sueños: fundó Agricultura y Tecnología Coagrotecnia S.A., empresa dedicada a la fabricación y mezcla de fertilizantes de origen mineral y orgánico; y llegó a ser parte de la directiva actual del Colegio de Ingenieros Agrónomos del Guayas. Siempre compartía enseñando que el futuro de la agricultura ecuatoriana radicaba en la riqueza de nuestra tierra y que los suelos debían ser repotenciados y nutridos de manera natural y mineral para contrarrestar la fertilización química usada por décadas.
También fue un defensor de su clase profesional a la que siempre le dedicó tiempo y recursos. Insistía constantemente en que era injusto el trato gremial que los ingenieros agrónomos recibían, aun cuando su trabajo por la sociedad y el país era tan importante.
Qué gran legado sería poder creer en lo mismo que el creyó. Siempre nos enseñaron que Ecuador es una tierra bendita; que, si echabas una semilla de cualquier planta al suelo, ésta en poco tiempo germinaría y daría fruto. “Chicho” siempre creyó en ello y dedicó su vida para que eso nunca cambie. Trabajemos por la riqueza de la tierra y valoremos el trabajo de aquellos que la cuidan y entonces el legado del Ingeniero Vicente Abarca Villegas estará siendo cumplido.